La real historia de los tres cerditos
Seguro que todos, conocen el cuento de los tres cerditos. O
al menos creen que lo conocen. Pero les voy a contar un secreto. Nadie conoce
la verdadera historia porque nadie ha
escuchado mi versión del cuento.
Yo soy el lobo Silvestre B. Lobo. Pueden llamarme Sil. No sé
cómo empezó todo este asunto del lobo feroz pero es todo un invento.
A lo mejor, el problema es lo que comemos. Y bueno, no es mi
culpa que los lobos coman animalitos tiernos, tales como conejitos, ovejas y
cerdos. Así es como somos. Si las hamburguesas con queso fueran tiernas, la
gente pensaría que ustedes son feroces también. Pero como les decía todo este
asunto del lobo feroz es un invento. La verdadera historia es la de un estornudo
y una tarea de la competencia TIC.
Hace mucho, en el tiempo de "Había una vez", yo estaba preparando mi tarea
para la competencia de TIC, y resulta que iba utilizar la plataforma Yuotube y
Facebook como apoyo para hacerla, yo estudio en un centro educativo que las
bloqueado. Entonces me quede sin como ingresar.
Tenía un resfriado terrible.
De manera que caminé hasta la casa de mi vecino para pedirle
me prestar su pc. Pues bien resulta que este vecino era un cerdito. Y además,
no era demasiado listo, que digamos. Había construido su casa toda de paja. ¿Se
imaginan? ¿Quién con dos dedos de frente construiría una casa de paja?
Desde luego, tan pronto como toqué a la puerta, se derrumbó.
Yo no quería meterme en la casa de alguien así como así. Por eso llamé:
- Cerdito, cerdito, ¿estás en casa?
Nadie respondió. Estaba a punto de regresar a mi casa sin hacer
la tarea para la clase de TIC
Entonces me empezó a picar la nariz.
Sentí que iba a estornudar.
Soplé.
Y resoplé.
Y lancé un tremendo estornudo
¿Y saben lo que pasó? La dichosa casa de paja se vino abajo.
Y allí, en medio del montón de paja, estaba el primer cerdito, bien muertecito.
Había estado en la casa todo el tiempo.
Había estado en la casa todo el tiempo.
Me pareció una lástima dejar una buena cena de jamón tirada
sobre la paja. Por eso me lo comí.
Piensen lo que harían ustedes si encontraran una hamburguesa
con queso.
Me sentí un poco mejor. Pero todavía me faltaba hacer mi
tarea.
De manera que me dirigí a la casa de mi siguiente vecino.
Este vecino era el hermano del primer cerdito.
Era un poco más inteligente, pero no mucho.
Había construido su casa con palos de madera.
Toqué el timbre en la casa de madera.
Nadie contestó.
Llamé: - Señor Cerdo, señor Cerdo, ¿está usted ahí?
Me contestó a los gritos: - Vete lobo. No puedes entrar. Me
estoy afeitando el hocico.
Apenas había puesto mi mano en el picaporte de la puerta
cuando sentí que venía otro estornudo.
Soplé. Y resoplé. Y traté de taparme la boca, pero lancé un
tremendo estornudo.
Y no lo van a creer, pero la casa de este individuo también
se vino abajo como la de su hermano.
Cuando el polvo se disipó, allí estaba el segundo cerdito –
bien muertecito. Palabra de lobo.
No necesito recordarles que la comida se echa a perder si se
la deja al aire libre
Por eso hice lo único que podía hacerse, Cené otra vez.
¿Acaso ustedes no se hubieran comido una hamburguesa con
queso?
Me empecé a sentir horriblemente lleno.
Pero estaba mejor del resfriado.
Y todavía no había conseguido hacer esa tarea para la clase
de las TIC
De manera que me dirigí a la siguiente casa
Resultó ser el hermano del primer y del segundo cerdito.
Debe haber sido el genio de la familia.
Había construido su casa con ladrillos.
Toqué en la casa de ladrillos. Nadie
contestó.
Llamé: - Señor Cerdo, señor Cerdo,
¿está usted ahí?
¿Y saben lo que me contestó ese
puerquito grosero?
- ¡Fuera de aquí, Lobo! ¡No molestes
más!
¡Vaya falta de modales! Probablemente
tenía un computador con aseso a internet Facebook, Youtube. Y ni siquiera
quería prestármelos para hacer mi tareita. ¡Qué cerdo! Estaba a punto de
regresar a casa y quizás hacer una tarjeta hecha mano para la tarea, cuando
sentí nuevamente mi resfriado. Soplé. Y resoplé. Y estornudé una vez más.
Entonces el tercer cerdito gritó: - ¡Y que tú querida abuelita se siente en un
alfiler!
Normalmente soy un tipo muy
tranquilo. Pero cuando alguien habla así de mi querida abuelita, pierdo un
poquito la cabeza. Por supuesto, cuando llegó la policía, yo estaba tratando de
tumbar la puerta del cerdito. Y en todo el tiempo seguí soplando y resoplando,
estornudando, armando un verdadero escándalo.
El resto, como dicen, es historia.
Los periodistas se enteraron de los
dos cerditos que había cenado. Pensaron que la historia de un pobre enfermo que
iba a pedir pc prestado no era muy interesante. De manera que se les ocurrió
todo eso de "soplidos y resoplidos y te tumbo tu casa". Y me
convirtieron en el Lobo Feroz.
Y eso es todo. La verdadera historia.
Me hicieron trampa.
Fuente: Autor del Cuento: Por S. Lobo
Reflexión: Señores y señoras que administras las tecnología de la comunicación y la información en los centros educativos no bloqueemos las tecnologías, busquemos estrategias para convertirlas en herramientas para la formación.